Fue el dos de julio de 1939 cuando un espigado Manuel
Rodríguez «Manolete» aparecía en el ruedo de la Real Maestranza, en la Corrida
de la Prensa de aquel año. El Califa cordobés lucía un traje malva y oro, con
una cintura de avispa imposible para muchos, con tan sólo 60 centímetros de
diámetro. Ese mismo traje de luces -confeccionado por el sastre madrileño Juan
Giménez- ha sido restaurado minuciosamente casi 75 años después junto a otro
vestido de torear de Machaquito -del sastre Martín Retana-, y dos chaquetas de
corto de Cañero -de la casa Sortu- dentro del programa de conservación y
restauración de los bienes del Museo Taurino.
El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba, Juan
Miguel Moreno Calderón, mostró ayer los trajes recién salidos del taller de
restauración para anunciar que serán expuestos el próximo invierno en la
reapertura del museo, cerrado por obras de renovación desde 2005.
Moreno Calderón aseguró durante la presentación en el Salón
de los Mosaicos del Alcázar que «la restauración de trajes de torerar es una
parte importante de la labor del Museo, que no solo están para su conservación
sino para cuidar y recuperar sus fondos». Se trata, explicó Moreno Calderón, de
«un trabajo minucioso porque la restauración de elementos textiles es sumamente
compleja porque cada uno de los tres trajes que teníamos allí ha llevado entre
300 y 400 horas de trabajo». Las labores de recuperación de estas piezas de
museo han corrido a cargo de María del Carmen Pérez Serrano de la Lastra
-encargada de remozar el traje corto de Cañero- y de María Gema Pérez Morales
-que ha restaurado dos trajes de luces: el de Manolete (malva y oro) y el verde
y oro de Machaquito-.
Enrique Ortega, conservador de los Museos Municipales,
reconoció que la restauración de objetos textiles «es siempre muy laboriosa
porque los objetos textiles son materiales orgánicos que se degradan fácilmente
solamente con la luz, con la humedad y con el paso del tiempo». En este caso,
el traje de Machaquito tiene entre 110 y 115 años . Llegó al Museo en depósito
por los herederos de este Califa del toreo. Estos trajes, que permanecían desde
los años 50 en unos maniquíes anatómicos, han tenido que ser desmontados. Se
han sometido a un lavado de las telas, a un reforzamiento de las estructuras
internas y, a continuación, a una reposición de hilos que faltaban, de
elementos metálicos y, por último, la adecuación y la recomposición de cosidos.
En ocasiones, comentó Ortega, «hay que desmontar la pieza, quitar los forros de
los bordados y luego hay que recomponerla y colocarla sobre un soporte
acolchado para que no se deforme».
Los trajes de torear fueron expuestos en «cajas de almacén,
en lo que se trata de un momento excepcional, que no suele verse normalmente»,
aseguró el responsable de restauración de los museos del Consistorio. Se trata
de cajas desalificadas, con protecciones especiales. Cuando se decida qué lugar
del museo van a ocupar, se encargará un maniquí «ad hoc» acorde a las medidas
que tiene cada traje.
Las tallas de cada traje son muy importantes. «Machaquito
era un hombre bajito y anchote mientras que Manolete era muy alto y delgado.
Cada maniquí tendrá que adaptarse a esas figuras».
Esta es una primera fase de restauración de trajes de luces,
que ha tenido un coste de 7.200 euros, pero ya se ha iniciado una segunda fase
con piezas que lucieron Lagartijo, Guerrita y El Cordobés
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